El Castillo de Campogrande: Un viaje por la historia, la leyenda y la maldición

El Castillo de Campogrande: Un ciclo de destrucción y renacimiento

En las verdes colinas de Asturias, cerca de la población de Blimea, se encuentra un lugar fascinante y misterioso: el Castillo de Campogrande, también conocido como el castillo de Blimea o la fortaleza de La Cabezada. Sus ruinas, erosionadas susurran una historia cíclica de destrucción y renacimiento que se ha repetido a lo largo de los siglos.

Orígenes inciertos y leyendas románticas

Las brumas del pasado envuelven los orígenes del castillo. Dicen que una primera construcción se erigió sobre una antigua torre defensiva romana en el siglo XIV, aprovechando las estructuras preexistentes.

  • De esta época surge la leyenda popular que habla de un amor imposible entre la hija del señor del castillo y un plebeyo: Don Gonzalo, el señor del castillo, un hombre cegado por la ambición y el orgullo, no toleraría un romance que mancillaba su honor. Descubierta la relación de su hija, su ira se desató como una tormenta sobre los jóvenes enamorados. Los separó con crueldad, condenando a Florinda a un matrimonio forzado con un noble arrogante y a Rodrigo a la humillación y el exilio, lo que terminó en tragedia con la muerte de ambos y marcó el destino del lugar, impregnando cada piedra con el dolor y la injusticia del amor imposible. Cuanto más se esfuerza la opulencia por resurgir en el castillo, más presente se hace el recuerdo de la crueldad que separó a los dos jóvenes.

De castillo maldito a fortaleza:

Los primeros habitantes documentados del castillo fueron los antepasados de los Fernández Miranda, una familia noble que llegó a Blimea. En 1496, la familia transformó la abandonada construcción, añadiéndole elementos defensivos y una torre que imitaba a las antiguas torres medievales.

Siglo XIX: Rescate y esplendor

Tras un nuevo periodo periodo de abandono y declive, el castillo fue rescatado en el siglo XIX por el vizconde de Campogrande, Álvaro Fernández de Miranda. El vizconde, con un espíritu visionario, emprendió una reconstrucción que dotó al castillo de un grandioso esplendor. Se añadieron almenas, se restauraron las estructuras dañadas y se le dio un aire romántico que fascinaba a los visitantes.

Decadencia y destrucción: Un final abrupto

El siglo XX trajo consigo una época turbulenta para el castillo. Durante la Revolución de 1934 y la Guerra Civil Española, fue asaltado y saqueado en varias ocasiones. Sufrió la pérdida de valiosas obras de arte, muebles y su biblioteca. Tras la guerra, el castillo permaneció habitado hasta la década de 1970, pero luego quedó definitivamente abandonado.

El Castillo de Campogrande: Un deterioro sin precedentes

Si bien el castillo ha sufrido varios periodos de abandono a lo largo de su historia, nunca antes había experimentado un declive tan rápido y abrupto. En apenas unas pocas décadas la edificación ha pasado de ser una estructura habitable a un conjunto de ruinas irreconocibles e inexistentes.

¿Qué factores han contribuido a este deterioro sin precedentes?

¿Las inclemencias del clima asturiano? ¿Las posibles explotaciones mineras en las inmediaciones? o la más extendida entre los lugareños:

La leyenda que habla de una maldición:

Se dice que una voz fantasmal recorre las ruinas repitiendo la frase: «¡Este castillo ya no será para nadie!» y que cada vez que alguien tiene la inquietante experiencia de escucharla, una parte de la estructura se desvanece.

¿Maldición o realidad?

Es imposible determinar con certeza si la maldición del Castillo de Campogrande es real o simplemente un mito arraigado en la tradición popular. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar sin lugar a dudas es que el velo de misterio que envuelve su deterioro es un fenómeno asombroso. A diferencia de otras ruinas, el Castillo de Campogrande parece desvanecerse en el tiempo sin dejar huella.

Un misterio que desafía la lógica

Este peculiar proceso de deterioro desafía la lógica y la razón. No hay indicios de un derrumbe repentino. Las piedras, como si se las tragara la tierra, simplemente desaparecen, dejando un vacío fantasmal en el paisaje.

FOTO-ARIENZA
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